...me acerco a la puerta e introduzco la llave, la hago
girar y la puerta se abre. Dentro no aprecio ningún nuevo detalle: las luces
apagadas, la cocina recogida y las cortinas abiertas en la ventana que da a la
calle. Hace seis meses que me dejó mi novia y aún tengo la esperanza de llegar
a casa y encontrarme a Sonia. Ella solía reír veinticuatro horas al día pero
cuando se trataba de asuntos importantes ya no sonreía. Aquel quince de Febrero
fue uno de esos días serios, discutimos y discutimos hasta que perdimos los
nervios. Me gritó entre lágrimas "¡No tienes remedio!", a lo que yo
la contesté que controlase su mal genio. La vi salir por la puerta para no
volver a cruzarla nunca más, mientras yo
le decía mentalmente "Volverás, volverás...". Pasaron doce mensajes,
tres emails y treinta llamadas, y Sonia seguía sin dirigirme la palabra. Mi
cabeza ahora se preguntaba "¿Volverás?" mientras los meses pasaban.
Nos conocimos en la playa. Bailando. Borrachos. La miraba. Conseguí preguntarle
su nombre, a lo que contestó que con extraños no hablaba. Tres años y algunas
copas después nos encontrábamos felizmente prometidos, intentando asentar la
cabeza y decidido a estar siempre a su lado. Y todo se esfumó por un simple
altercado. Nueve meses después de nuestra separación alguien llamó al teléfono
mientras dormía en la habitación: era Sonia hablando con tono enfadado. Dijo
"te odio, te odio y te odio", sabía que era cierto y contesté
"me lo merezco". Le dije "no como, no salgo y no duermo, antes
de conocerte podía vivir sin ti pero ahora es un infierno", me contestó
"yo tampoco puedo, así que ahora ven aquí y conquístame de nuevo"...
Bien Dani, excelente.
ResponderEliminar¡Gracias Rodolfo!
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