Su
serie favorita era Flash, le encantaba la Fórmula 1 y los 100 metros lisos
(donde participaba su ídolo, Usain Bolt), por la noche se conformaba con dormir
5 horas y por supuesto nada de siesta. Le apasionaban las motos de gran
cilindrada, y cualquier canción que superase los 110 bpm. Le dieron el primer
beso a los 11 años y a los 13 ya estaba saliendo con su primera novia. Era el
más espabilado de la clase y el más rápido en Educación Física. Su primera
borrachera llegó a los 14, a los 15 ya se colaba en discotecas para mayores de
edad y probó la marihuana a los 16. Dejó el colegio nada más terminar la ESO y
empezó a viajar a todos los países que se podía permitir gracias a su trabajo
como modelo para anuncios. Se recorrió todos los festivales de música del país,
acudió a partidos de futbol y carreras de motociclismo y conoció todas las
playas del Mediterráneo montado en su moto. Su lema: vive rápido muere joven y
deja un bonito cadáver. A los 21 años había visitado más lugares y vivido más
experiencias que cualquier persona de su generación, ya no había prácticamente
nada que le faltase por vivir. Había estado en fiestas rodeado de famosos,
había hecho cientos de amistades de una sola noche y había cometido todos los
excesos que se podían cometer. Hasta que un día de lluvia su moto resbaló en
una curva mientras bajaba un puerto de montaña. Y su recuerdo, al igual que su
vida, desapareció de una manera fugaz.
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